La boda de Raquel y Juan

“Todo empezó la Semana Santa de 2012”. Así empezó Raquel para relatarnos su historia con Juan, que culminaría el 22 de junio de 2013 con su boda en la Catedral de Santa María de Ciudad Rodrigo y posterior celebración en el Palacio de Montarco.

Juan decidió que esas vacaciones sorprendería a Raquel volviendo a Salamanca, donde se conocieron mientras estudiaban Farmacia.  “Me dijo: coge un vestido bonito y mete algo más en la maleta que nos vamos…”. Y allí, en plena Plaza Mayor le pidió que se casasen colocándole un anillo diseñado por él mismo con una perla australiana.  Con sopresas así, podéis imaginar que en su boda cuidaron hasta el más mínimo detalle.

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Raquel se arregló ese día en su casa, en el municipio cercano de Sancti Spíritu. Vistió un espectacular vestido de Rosa Clará, con falda con miles de capas de tul de seda y transparencia en las mangas. Lo combinó con un cinturón de plata y cristales de Swarovski y unos zapatos plateados de Jimmy Choo .

Como única joya lució unos pendientes de oro blanco con brillantes y pequeños diamantes alrededor, regalo de sus padres, de la Joyería Vasconcellos.  Y en el pelo, recogido en una trenza medieval por su peluquera de toda la vida, llevó una corona diseñada para ella por Suma Cruz. “Quisimos hacer un guiño al Ciudad Rodrigo Medieval, y con perlas y un broche antiguo que rescatamos de un mercadillo londinense conseguimos lo que yo quería”, nos contó Raquel.

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El Palacio estaba precioso. “Es una suerte contar con joya de estilo gótico al lado de casa, ¿sabéis que no miramos ni un solo lugar más para celebrarlo?”, nos confesó Raquel cuando preparábamos el blog.

Se utilizaron todos los espacios del Palacio. El cóctel se celebró en los jardines renacentistas, que para la ocasión se decoraron con flores silvestres, lavanda, lilium y “enormes cestas de mimbre llenas de retama que esa misma mañana mi padre (y Carmen, doy fe de sus arañazos…) recogieron en el campo”.  Hubo música en directo, bodegón de quesos asturianos en homenaje a la tierra natal de Juan y meseros con carteles vintage de medicamentos.

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Tras el cóctel, la cena servida por DeCuatro Catering tuvo lugar en los salones del Palacio. “Todo estuvo maravilloso, fue un acierto apostar por una comida 100% Castellana”.

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Y tras la cena, llegó otro de los momentos más especiales. “Bajamos por la espectacular escalera de piedra y nos encontramos el claustro totalmente a oscuras iluminado por miles de velas y a toda nuestra gente querida allí esperándonos”. Eligieron Stand by me para abrir el baile en unos minutos “mágicos”.

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Después, ya se sabe, todo fue desenfreno. Rubén Yebra, de Arm Disco Móvil se encargó de transformar el claustro renacentista en una auténtica pista de baile del siglo XXI.

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Muchas gracias Raquel y Juan por haber confiado en nosotros ese día, y por dejarnos compartirlo en nuestro blog.

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Fotos: Rodolfo Monje, Momenta Bodas